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31 de enero | 2023
Comprender y respetar al otro con sus diferencias es fundamental en todo proceso de convivencia. Todos lo hemos experimentado en casa con nuestra familia; en los espacios públicos de nuestra vida social; y, por supuesto, en la experiencia del aula junto a nuestros compañeros de escuela o clase. La educación debe formar a los niños contra el racismo, la discriminación y el abuso sobre el más débil.
Una mala convivencia en el aula puede resultar en casos de acoso escolar o 'bullying' que pueden dejar huellas imborrables en los niños. En este artículo podrás encontrar cuáles son los valores fundamentales que deben fomentarse en la convivencia escolar. Con tales valores en mente, te dejamos 4 claves que te ayudarán como docente a promover la convivencia en el aula.
Sigue leyendo, adapta las normas y reparte responsabilidades para crear un clima sano de convivencia en el aula basado en el respeto y reconocimiento mutuo.
La convivencia se refiere al compartir el mismo espacio con otras personas de manera permanente. La característica principal de esta interacción constante es que la coexistencia debe ser pacífica y en armonía. El principal ejemplo de individuos que conviven es el hogar y la familia pero aquí vamos a hablar de la convivencia en la escuela.
Este tema viene cobrando preponderancia en los últimos años pues también han incrementado las noticias negativas en relación a la socialización entre niños. En algún momento debiste escuchar sobre la violencia o el acoso escolar, por ejemplo. Estos dos fenómenos son el resultado de una mala convivencia por lo que es necesario corregir algunas conductas.
La Unesco y sus países miembros han desarrollado campañas como la “Década internacional por una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo” entre 2001 y 2010. Una acción centrada en la importancia de cultivar ambas cosas en el sistema educativo mundial, enmarcado en la defensa del Derecho Humano a la Educación.
En ese sentido, esta organización publicó un informe en el que los Estados se comprometían a cumplir seis metas en las que se prioriza el impulso de ambientes escolares nutritivos, constructivos y de formación ciudadana para prevenir el conflicto. Así se describió en la cuarta edición de la revista Apuntes, editada por la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe.
Educar a los niños en valores es esencial para promover la convivencia en clase. Dicha formación debe ser un esfuerzo conjunto entre el hogar y la escuela, además del resto de los elementos de la comunidad educativa. Los estudiantes requieren relaciones sanas y de calidad para alcanzar los objetivos académicos.
Mediante charlas, dinámicas o cualquier otro tipo de actividad lúdica, los docentes pueden tocar temáticas actuales como el racismo o la discriminación para promover el debate entre compañeros e inculcar en los pequeños los siguientes valores y competencias:
• Respeto y resolución de conflictos.
• Solidaridad, empatía y comunicación.
• Gratitud y tolerancia.
• Honestidad y diálogo asertivo.
• Autoestima.
• Generosidad.
• Gestión emocional.
Las habilidades sociales de los chicos son una variable para la convivencia. Por tal motivo, hay que dotarlos de ellas. Se hace necesario analizar las conductas individuales de los alumnos pero, para lograr el éxito, se requiere de la participación sinérgica de la familia y la escuela.
1. Implementación de normas
No es necesario crear un extenso reglamento para conseguir una buena convivencia dentro del aula. Asimismo, es elemental plantearlas en positivo para que la información cale en su cerebro. Por ejemplo, en vez de “No correr en los pasillos” o “Prohibido usar el móvil en clases” indícales: “Camine en los pasillos para evitar accidentes” o “Utilice el móvil en su horario de descanso”.
Otra recomendación sería elaborar las normas entre todos. Así los estudiantes no las verían como imposiciones y mediante una sana discusión se establecerían acuerdos que ellos asumirían con responsabilidad. De la misma forma, se deben puntualizar las consecuencias que acarrearía la violación a determinada regla. De ser necesario, deben exponerse en clases por medio de carteleras o murales.
2. Promover la inclusión
Para promover la inclusión se debe estudiar si en el grupo existe algún tipo de rechazo o discriminación hacia algún grupo o niño. En este punto juegan un papel fundamental el respeto y la tolerancia pues se trata que los alumnos acepten a todos sus compañeros tal como son. Es decir, que no exista prejuicio por su raza, sexo, clase social o religión.
Se ha demostrado que este fenómeno surge como consecuencia de la falta de supervisión. Por lo tanto, si se observa un trato diferente hacia alguien es responsabilidad de la comunidad educativa intervenir a tiempo y aplicar instrumentos que fomenten el diálogo y la colaboración.
Es vital ayudarlos a reconocer que en el aula debe existir un ambiente que favorezca el estudio y que se deben llevar bien. Casos como el 'bullying' pueden tocarse desde el punto de vista de las víctimas y los victimarios de diversas formas. El objetivo es que comprendan que esas conductas no van a estar permitidas.
3. Asignar responsabilidades
Normalmente dentro del cuerpo de profesores existe uno encargado de vigilar la convivencia y el comportamiento. Esta figura juega un papel fundamental en la escuela aunque es buena idea incluir a padres y estudiantes en estas comisiones. Por otro lado, está el departamento de Orientación al que se remiten quienes fallen a las normativas.
La asignación de responsabilidades en los niños los convierte en parte del cambio e incluso puede evitar que la mala convivencia supere las barreras del colegio. Si no se trata de manera oportuna puede convertirse en ciberacoso, conflictos fuera del horario de clases o desencadenar en problemas que involucren a las familias.
4. Metodologías activas para la educación
El uso de metodologías activas en el proceso educativo, como el Aprendizaje Basado en Proyectos o Problemas (ABP), el Flipped Classroom o el Aprendizaje Colaborativo, mejoran la convivencia y optimizan la enseñanza. Esto se debe a que su naturaleza cooperativa les obliga a cultivar relaciones sociales con el resto del grupo.
Estas novedosas técnicas sugieren que los menores se involucren entre ellos más allá de las clases y les motiva a aprender mucho más. La comunicación toma un papel fundamental, tanto, que se animan a expresar sus preocupaciones lo que podría ser crucial para la resolución de situaciones complicadas en casa.
Tomando en cuenta que el Aprender a Convivir es uno de los cuatro pilares propuestos por la Comisión Internacional para la Educación en el siglo XXI de la Unesco, se proponen ciertas formas de usar el tiempo libre. Por ejemplo, los juegos y el deporte ayudan a la cooperación y el trabajo en equipo y a su vez, al respeto, la armonía y la paz.