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24 de noviembre | 2023
Los biorritmos, patrones recurrentes en el estado fisiológico, juegan un papel crucial en el rendimiento escolar de los adolescentes. Son ciclos biológicos, vinculados al reloj interno del cerebro e influyen en aspectos como el sueño y la capacidad de aprendizaje de los más jóvenes. Entender su influencia es clave para mejorar tanto su bienestar emocional como su rendimiento académico en esta etapa crucial de desarrollo.
Si comprendes y ajustas los horarios escolares de acuerdo a los biorritmos de los adolescentes evitarás riesgos como la privación de sueño mejorando así su salud física y mental. No sólo eso, también obtendrás otros más beneficios como una clara mejora en las calificaciones académicas o incluso la reducción del absentismo en clase.
Respeta ya los biorritmos de los adolescentes y garantiza así un entorno educativo que promueva su salud y éxito académico.
Un biorritmo es un patrón de estado fisiológico que es recurrente en un organismo u órgano. Se considera que pueden afectar el estado físico y mental, así como la pauta de comportamiento. Esta teoría del biorritmo, desarrollada por Wilhelm Fliess en el siglo XIX y popularizada en los setenta del siglo pasado en Estados Unidos, sugiere que estos ciclos, medidos matemáticamente, pueden prever las habilidades diarias de las personas.
El biorritmo biológico está vinculado al reloj interno del cerebro, que está situado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. Se encarga de controlar la autonomía del sistema nervioso y la glándula pituitaria, emitiendo señales a lo largo del día para regular las actividades del cuerpo. La mayoría de los ritmos biológicos siguen ciclos de 24 horas aunque, por ejemplo, los ciclos menstruales operan en plazos más extensos.
Los ritmos circadiano y diurno, (que controlan funciones como el sueño, la temperatura del cuerpo o los cambios hormonales) se ven afectados por la luz (es quien informa de la hora y la función a cumplir en cada momento). Otros factores como el ejercicio, las hormonas o los medicamentos también pueden tener efecto en ese reloj interno.
Sin embargo, las personas tienen cronotipos individuales, desviándose del ciclo de 24 horas. Así, hay personas cuyo ritmo circadiano funciona incluso en total oscuridad lo que les permite trabajar mejor de noche, mientras que otras necesitan la luz del sol para poder ser productivas.
El biorritmo diurno, relacionado con el despertar, influye significativamente en la salud. Durante el día se experimentan señales luminosas que le dicen a tu cuerpo que es momento de despertarse . De la misma forma, cuando el sol se pone, se empieza a producir la melatonina (hormona del sueño). El ciclo del biorritmo puede afectar el metabolismo, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la temperatura corporal, el nivel de hormonas y la producción de orina.
Además, está ligado a la regulación del azúcar en sangre y el colesterol. También se liga a riesgos de enfermedades mentales como la depresión, el desorden bipolar o a las enfermedades degenerativas así como al sistema inmunitario o la efectividad de los tratamientos contra el cáncer.
El sueño desempeña un papel crucial en la salud física y mental, especialmente durante la adolescencia. Existe una estrecha relación entre los patrones de sueño y el rendimiento académico de los adolescentes quienes, en esta etapa, experimentan cambios circadianos y homeostáticos en la regulación del sueño debido a factores biológicos y ambientales.
Los adolescentes tienden a quedarse dormidos y despertarse más tarde debido a procesos bioregulatorios y factores externos, como el uso de dispositivos electrónicos y una vida social nocturna activa. Las pantallas emiten luz azul, bloqueando la melatonina y dificultando el sueño. Este patrón de sueño alterado impacta su capacidad de aprendizaje así como su salud física y mental.
El cambio de ciclo afecta también su área cognitiva y su rendimiento académico así como también su tendencia a comportamientos arriesgados. Existe además riesgo de aumento de peso, aumento de presión sanguínea y alto riesgo cardiometabólico. Además, los adolescentes tienen una preferencia circadiana natural por el cronotipo nocturno.
La correlación entre la falta de sueño y los bajos logros académicos debe considerarse un problema grave de salud pública. Los horarios escolares actuales no se alinean con los biorritmos y patrones de sueño de los adolescentes, comprometiendo su educación. La Academia Pediátrica Americana recomienda que los institutos no comiencen antes de las 8:30 de la mañana para permitir una satisfactoria jornada de sueño.
Durante la adolescencia, se recomienda dormir entre 8 y 9 horas diarias pero muchos adolescentes duermen menos de 6 horas. La 'deuda de sueño', o intentar recuperar horas durante el fin de semana, no resuelve este déficit. Establecer horarios de sueño consistentes es esencial para reducir riesgos para la salud como la diabetes y la obesidad.
En el caso del sueño, en los últimos años se ha estado discutiendo la importancia de los biorritmos y su relación con el desarrollo académico de los estudiantes. Algunas comunidades, como Seattle (Estados Unidos) implementaron cambios en los horarios escolares con éxito en 2016-2017. Retrasar el inicio de clases en una hora permitió que los estudiantes de 11 a 17 años durmieran 34 minutos más. El resultado fue un promedio de aumento del 4.5% en las calificaciones, menos faltas por puntualidad y menor absentismo académico.